Se suponía que iba a ser un típico día en nuestra vida como pareja. Otro día en nuestra historia de amor de diez años (con sus altibajos). Pero no lo fue.
Don Rickles, el humor en serio
Me tuve que enterar de la reciente muerte de mi admirado Don Rickles por mi profesora de inglés, Amanda, que no sabía quién era hasta que yo le hablé de él durante una clase. Maldita la gracia. Al acabar la lección, la teacher se fue a su casa, googleó Rickles para conocer más de la vida y obra de este humorista –ambas muy interesantes– y dio con la noticia de su muerte, el pasado 6 de abril, a los noventa años de edad. “Se ha ido demasiado joven”, explicaba en su programa, entre sinceros sollozos, Jimmy Kimmel, otro afamado humorista y presentador de la última gala de los Oscars. Yo entendí el chiste de Kimmel, que no era tal.
La patria de todos
Llevaba varios días racaneando el tiempo que le dedico a Truman. Estaba leyendo. Recalé en “Patria”, una novela de Fernando Aramburu publicada en septiembre de 2016 que aún hoy sigue exhibiéndose en las mesas, y no sólo en los estantes, de las librerías. Tiene visos de “long seller”. Más aún cuando la actualidad la rescata con noticias como la entrega de armas por parte de ETA.
(contiene “spoiler”)
Terapia breve
Aquello fue un alarde de ojo clínico. Quiero creer.
Meses, casi años, dudando de si ir a un traumatólogo por unas molestias en la rodilla izquierda, me decido porque me hice de una mutua y, enseguida, me dan hora. En la consulta, ni cinco minutos de explicaciones mías, apenas una pregunta del médico y me manda tumbarme sobre la camilla. Para explorar la rodilla en cuestión… por encima de los pantalones tejanos que llevaba. Recorre los dedos, manipula leve y brevemente la articulación, me pregunta si me duele así o así y, en segundos, lo tiene. Podría ser algo de la rótula, te pido una resonancia magnética y veremos. A poco, me acordé del chiste del humorista estadounidense Steven Wright: “Una vez vi a un hombre con piernas de madera… y pies de verdad”. Espero que mi especialista de huesos -que no de carne, lamento- no se tope con él.
La mirada cánida
Curioso que sea un perro, el paradigma de la rutina, un animal que te recibe una y otra vez como la primera, quién te muestre un camino para escapar del tedio existencial. Curioso, mas lógico. No es que ellos hagan siempre lo mismo, sino que lo mismo a ellos les resulta distinto cada vez. Por su predisposición innata, instintiva, a escudriñar hasta el más mínimo de los detalles. Hasta donde les alcanza su ciencia.
Música para perros
Hay personas que dicen que los perros son tontos, pero yo no he visto a ninguno que fume, por ejemplo. A menos que le fuercen a ello. Digo esto porque me sorprende esa obsesión en aplicar parámetros humanos a los perros para intentar explicar -explicarnos-, qué sienten, cómo razonan. Cómo son. La intención, en la mayoría de ocasiones, es buena: entenderlos mejor para lograr que sean más felices. El método, los métodos, sin embargo, me parecen, modestamente, viciados en su propia concepción. Me centro ahora en la música.
Un chiste visual
— “Perdone: ¿el camino más corto para llegar a la pirámide?”
— “Siga la flecha”.
El «procés» y la propina
Truman me inquiere con su mirada sobre el manido «procés» catalán. Le cansa, se lo noto. Quiere respuestas. En agosto de 2015 escribí en el diario ABC un artículo, una suerte de pretenciosa parábola sobre la cuestión. Se titulaba «La propina». Han pasado muchas cosas desde entonces; sin embargo, me lo he vuelto a leer y constato que sigue vigente. Apenas cambiar algún nombre –Mas por Puigdemont-, o ni tan siquiera eso, y se podría volver a publicar, con fecha de hoy. Y éste es justamente el problema.
El artículo rezaba así…
El nombre y la cosa
Truman, mi perro, me pregunta que por qué Truman y no otro nombre. ¿Es por la película? («El show de Truman», que la de Cesc Gay llegó después) ¿Por Capote? ¿Por el presidente de los Estados Unidos, el de la bomba atómica en Hiroshima? ¡¿Por qué?! ¡¿Por quién?!
—Mira, a ver… Conocía la peli, al presidente y al escritor. Pero no los tenía en mente cuando barajábamos nombres para bautizarte. Al menos, conscientemente. No sé. Se me ocurrió y ya está. Si pienso en ello, hay un poco de cada cosa. Es un “show” divertido verte, vivirte… Me inspiras para escribir y… y… Y hay un antes y un después de ti.
—¿Un poco cursi, no? ¿No?
—Mmmh.. Bueno… A ver…
—¡Uops! ¡Premio! ¡Adiós!
(NOTA: Comprar más premios para Truman).
Trumanología 